viernes, 11 de noviembre de 2011

11.11.11

La apatía es síntoma de mala suerte. Y la mala suerte es el resultado de pensar demasiado en tus problemas. Vives sola en un piso y no te importa mucho porque te gusta la soledad, tener tu propio espacio, poner en la tele el canal que más te guste y decidir si encender otro cigarrillo o no. Pero a medida que pasa el tiempo, empiezas a pensar y en ese momento te das cuenta de que estar sola no siempre está bien, porque tu cabeza sigue dándole vueltas a esa frase dicha de malas formas, a ese gesto malintencionado y al beso que faltó en la despedida. Ahora, empiezas a plantearte salir un rato, ver a tus amigos, llamar por teléfono o asomarte a la ventana para distraerte y para que esos malos pensamientos fluyan como lava hasta derretirse en el infierno de tu mente. Pero no es así, no hay nadie que te rescate.

Ahora, tu último recurso es ella. La liberación únicamente puede llegar si coges la botella de vino y derramas todo su contenido por tu garganta, así conseguirás desviar la atención, y sobre todo el dolor, hacia otros lugares. Escondes lo que no quieres, evitas lo que te angustia. Se apodera de ti la algarabía y te invade un falso sentimiento que te dice que todo va sobre ruedas, pero desaparece a medida que el alcohol deja de fluir por tus venas. Y lo peor es que eres consciente de ello. Cuando eso ocurre, te invade la desidia. Depresión, ansiedad e incertidumbre; la incertidumbre de plantearte solucionar esos problemas que te inhibe el estado de sobriedad. Ya no hay salida y no quieres afrontarlo, tu mente se bloquea y entierra tus problemas en un ataúd con ocho clavos. Y ahora, le das la bienvenida a la apatía, a ese sentimiento vacío de no querer nada, no esperar nada y no hacer nada. Y es entonces cuando descubres que la apatía era ese salvavidas tan esperado, tu rescate.

martes, 27 de septiembre de 2011

La bota

A veces pienso que este blog debería llamarse El Puto Blog Amoroso o algo así.

Pero no, no todo es amor. Hace un par de semanas, uno de los pilares de mi existencia se marchó. Una persona que lo sabe absolutamente todo de mí, que me conoce mejor que nadie y que jamás se equivoca al aconsejarme. Años ha que nos conocemos, que compartimos millones de secretos y confidencias y que, sobre todo, me hace pasar momentos increíbles. Pero se ha marchado, todo un año. Y yo empecé a echarla de menos cuando todavía me estaba despidiendo de ella, pensando que pasaría mucho tiempo hasta que volviéramos a Alamedear, hasta que volviéramos a contarnos nuestras aventuras mientras nos tomamos un tinto de verano.

Y ya la necesito.

martes, 30 de agosto de 2011

el escarabajo azul

El otro día me regalaron un souvenir bastante original: un escarabajo sagrado egipcio. No mide más de 3cm, es de color azul y es un amuleto que atrae la buena suerte en momentos difíciles y cambios importantes, además de favorecer el espíritu de aventura y el desapego material. Y para más inri, se dice que el escarabajo azul favorece el amor, la vitalidad y el éxito en el trabajo, las tres esquinas que conforman el triángulo en el que se basa mi vida actualmente.

La verdad es que me resultó un poco chocante al principio, ya que no me considero una persona muy supersticiosa, pero tras googlear e informarme un poco, parece ser que los egipcios se tomaban muy en serio eso de encomendar a sus faraones a la buena suerte del escarabajo. Y como a mí siempre me ha gustado mucho la historia, la cultura y la mitología egipcia, pues voy a tomar su ejemplo: ya lo llevo puesto en un rincón casi invisible de mi cuerpo.

miércoles, 3 de agosto de 2011

la tía de la vara

Bueno, al final han elegido por mí.

Cuando me armé de valor para decidir de una vez por todas, el destino me la vuelve a jugar. ¿Qué cómo me siento? Pues jodida, bastante jodida. Había encontrado a una persona que realmente se preocupaba por mí y estaba ahí cuando lo necesitaba. Dulce, atento. Y ahora es él quien me deja a mí. Jodido karma.

Pronto agarraré una vara y me iré al medio del monte a vivir con las cabras. Pronto.

lunes, 1 de agosto de 2011

necesito follar

Necesito follar porque me parece el único acto sensato de protesta en este asqueroso mundo. Necesito follar porque es la única forma que existe de establecer una comunicación sensorial completa con el mundo. Necesito follar, porque el cuerpo no obtiene placer de otra forma más que a través del sexo.

Porque el cuerpo necesita caricias, necesita sentir otra piel próxima. Mi cuerpo lo necesita. Necesito follar porque es la única verdad de este mundo asqueroso dominado por una moral repugnante que no considera obscena la última película de Mel Gibson en la que sólo hay sufrimiento y dolor, y sí considera obsceno ver cómo Linda Lovelace se traga la inmensa polla de Harry Reems. Necesito follar porque el sexo es amor.

Necesito follar, porque la vida se acaba, el tiempo se nos agota y no hemos hecho nada significativo por nadie, ni siquiera por nosotros mismos. Me gusta follar porque me gusta mi cuerpo y me gusta el cuerpo de los demás. Me gusta follar porque me gusta la intimidad que dan unas sábanas, una lámpara a media luz.

Me gusta follar porque cuando se folla casi todo lo que se dice es bonito. Me gusta follar porque no hay ningún acto más puro que follar, por eso se le desprecia tanto. Follar da libertad, despierta la imaginación. Follar con alguien que te guste de verdad, follar con pasión, es como comer en un restaurante de algún chef prodigioso, es como beber un Chateau Rotschild del 64, es como fumar un Montecristo en una playa al anochecer.

La vida real es pura literatura, personajes de ficción viviendo vidas de ficción y manteniendo conversaciones que creemos trascendentes. Oigo eso de la belleza interior, y me lo dicen personas aparentemente muy juiciosas que jamás se follarían a personas feas o minusválidas. Oigo esa tontería de que hay más cosas como la música, el cine, un atardecer....y digo sí, pero son experiencias personales, intransferibles, no es posible compartirlas con nadie. Puedes estar al lado de una persona disfrutando una bellísima puesta de sol, y sin embargo no saber qué está apreciando la otra persona, suponer que el que está a tu lado ve lo mismo que ves tú. Todo eso no son más que palabras, hechos absurdos. Me encanta el arte pero también me gusta la biología molecular, la literatura, las matemáticas, la pornografía y la nouvelle vague. Y sobre todo, y por encima de todo, me encanta follar.

-Por cosas como éstas pululando por la red, me encanta bichear.

viernes, 29 de julio de 2011

el anhelo

Cuando un hombre entra en una habitación lleva toda su vida con él. Tiene un millón de razones para estar en un sitio, pregúntale. Si escuchas, te dirá cómo llegó allí, cómo olvidó a dónde se dirigía y entonces se despertó. Si escuchas, te hablará de aquel tiempo en que pensaba que era un ángel o soñaba con ser perfecto; y luego te sonreirá con sabiduría, feliz, por haber comprendido que el mundo no es perfecto. Somos imperfectos porque queremos mucho más, lo estropeamos porque cuando lo conseguimos, anhelamos lo que teníamos.

jueves, 21 de julio de 2011

Duality

Diario de a bordo.

Han pasado 15 días y sigo como al principio. Todavía me cuesta creer que me haya involucrado en un triángulo amoroso de esta forma, haberme complicado la vida tanto para que al final me quede como antes de empezar. Me da la sensación de que no puedo entender mi vida sin que en ella exista algún culebrón amoroso de algún tipo, que en el momento en el que no tenga una mínima "relación" amorosa con alguien agarraré una botella de whisky barato y balbucearé entré arcadas perlas tales como "mi vida ya no tiene sentido" o "todo es una mierda". Me da miedo este sentimiento de dependencia que he empezado a desarrollar unos 3 años ha, pues veo que me ha convertido en un ser débil, vulnerable y existencialista, muy existencialista. Un existencialismo que veo hacerse patente en mis épocas de "soltería" misandria y que me envuelve en una ola de patetismo que irradia vergüenza propia y ajena por doquier. Y es que, viéndome desde fuera, veo que necesito dramatismo en mi vida; si el dramatismo me faltara, apaga y vámonos. Con lo fácil que sería mandar todo a paseo y dedicarme a reír y disfrutar con mis amigos, sin agobios, sin dramas; pero ese instinto masoquista que llevo en la sangre me lo impide. Mierda.

Pero bueno, esto son sólo las dramáticas penurias de una perturbada mente.