domingo, 24 de abril de 2011

Pateando Amberes

Hablemos de amor en tiempos de guerra.

Hola, soy M. Me gustas, pero mi timidez me impide echarle huevos. Pero me bebo unas copas, me acerco a ti aunque huyas y me evites y trato de parecer interesado para ver tu reacción. Parece que la cosa funciona, va bien, unas risas, un par de miradas cómplices que dicen "sí, yo también te estaba esperando...". Transcurre la noche, empieza a llover. ¿Qué hago? Deseo estar a solas con ella, pero no veo el momento. Aunque parezca una tontería y te rías de mí, te ofrezco refugiarte en la capucha de mi chaqueta. Tú sonríes pícaramente y yo también. Accedes. Es la primera vez que te agarro por la cintura. Caminamos. Me miras, te miro. Esto me encanta. - ¿Te sigues mojando? Ven aquí, bajo el árbol. Te vas, meneando tu falda de princesita y yo te sigo. Nos aislamos de los demás y nos quedamos a solas de verdad, por primera vez. Nos miramos, sonreímos, no sabemos qué decir. 

- Eres muy guapa. Y tú te ríes. Le das un sorbo a tu copa. Es el momento. Es el lugar. Cada vez me acerco más. Más y más. Tus labios perfectamente pintados de rojo están a menos de un centímetro de los míos. Me voy a lanzar. Te beso. Y vaya beso. Te vuelvo a besar pero te apartas. Los demás nos están mirando. Ahora soy yo quien tiene los labios rojos.

La noche continúa. Hacemos como si no hubiera pasado nada. Entramos en el juego. Me gusta jugar. Intento pillarte a solas, y cuando lo consigo, te beso. Te vuelvo a besar. No puedo parar. Te miro mientras jugueteo con tu falda rosa y cada vez me gustas más. Vienen a buscarnos. Ya se están percatando de algo, pero seguimos jugando. 

Quiero pasar un rato con ella. A solas. Ya me dan igual los demás. Todos se han dado cuenta. - ¿Te vienes a fumar fuera? Nos sentamos. Te cojo por la cintura y luego te agarro de la mano. Es la primera vez que te la cojo. Miro nuestras manos entrelazadas y te miro a ti. Te ríes. Sonríes. Te doy un beso. Me encanta. Tanto, que te pido tu número de teléfono y también tu dirección de correo. El tiempo vuela. Va siendo hora de irse a casa. 

Bien, vamos para casa de D. Nos sentamos todos un rato a charlar. Pero poco a poco todos van cayendo. No puedo dejar de mirarte. Todos se van. Nos volvemos a quedar a solas. ¿Qué hago? No quiero que se sienta incómoda. - ¿Vamos a dormir? Algo ha cambiado en tu mirada. Vamos a la habitación que queda libre. Yo noto que empiezas a sentirte un poco incómoda. Empiezo a sacar el colchón que hay debajo de la cama. Pero me paras y me dices que no te importa que compartamos cama. Nos metemos bajo las sábanas. No me puedo contener. Tú empiezas a ver por dónde voy. Te pones seria y me dices que quieres ir despacio. No me puedo permitir arruinar la noche. - Yo lo único que quiero es dormir junto a ti. Sonríes. Todo va perfectamente. Pasa el tiempo y yo mañana tengo que trabajar. Me dices que ya es hora de dormir. Te doy las buenas noches. Pero no puedo dormir. - No puedo parar de besarte. Me sonríes y me dices que tú tampoco. Pero ya es hora de dormir.

Me despierto y estás ahí. Tú también te despiertas. Pasamos el tiempo hablando. Me haces cosquillas y yo jugueteo con tu pelo. Yo quiero ir más allá. - ¿Cuándo vamos a volver a vernos? Lo estoy deseando. No te lo esperabas. Allá voy otra vez. - Quiero conocerte más y mejor y pasar más tiempo contigo. Te encanta la idea. Sonríes radiante. Pasan las horas y yo tengo que irme. Te acompaño hasta la parada del autobús. Vamos paseando por la calle agarrados de la mano. Ya tengo que soltarte. - ¿Nos volvemos a ver esta noche? Dices que sí. Te doy un beso y te vas. Y yo también me voy. 

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